lunes, 20 de abril de 2020

ESTRATEGIAS DE INTERVENCIÓN

Fernández et al (2001) plantea que, a pesar de la complejidad en el diagnóstico y el tratamiento de los trastornos de la personalidad, debemos analizarla cuando trabajamos con una persona que demanda tratamiento por una conducta adictiva, en este caso, al tabaco. A cada trastorno de la personalidad la caracterizan ciertos rasgos que guiarán la atención, logrando mejorar de esta manera, la eficacia de las intervenciones.

Sin embargo, no existe un consenso respecto a cuál es el tipo de trastorno que impera en los fumadores, los estudios coinciden en que serían los del grupo C los que presentan mayor frecuencia, seguidos de los del grupo B (Grant et al, 2006 en Fernández et al, 2001).
 

Fumadores con trastornos de la personalidad tipo C

En el grupo C de personalidad se incluyen el trastorno de la personalidad por evitación, el obsesivo-compulsivo y el trastorno por dependencia. Son las personas que reprimen emociones en lugar de afrontarlos y buscar solución, utilizando la nicotina para disminuir los síntomas.

Para el caso de los pacientes con trastorno de la personalidad por evitación, Fernández et al (2001) afirma que durante el tratamiento es importante aceptar su desconfianza ante las muestras de calidez por parte del terapeuta, y en caso de observar su rechazo a trabajar en grupo, se deberá tratar de forma individual. Si se detecta que utiliza la nicotina para calmar la ansiedad, es indispensable enseñarles otras herramientas de relajación como son las respiraciones profundas. En caso de detectar que el temor que impera es el miedo al fracaso o a una evaluación negativa, se deberá enfatizar que, si no intenta dejar de fumar por miedo al fracaso, jamás sabrá si realmente es capaz de lograrlo.

Respecto a los trastornos de personalidad por dependencia, éstos se caracterizan por una necesidad excesiva de que otras personas se ocupen de ellos, ocasionando un comportamiento sumiso (Caballo et al, 2004 en Fernández et al, 2001). Se caracterizan por un pensamiento dicotómico, oscilando entre dos vertientes, por un lado, pensando que son capaces de realizar las actividades bien, y por otro, que las realizaran muy mal. Ante cualquier sentimiento de estancamiento, no van a lograr mantener la abstinencia. Es importante, como menciona Fernández et al (2001), incidir en estas creencias erróneas desde el principio de la intervención y hasta el final del seguimiento. Aunado a esto, se debe analizar la influencia que recibe el paciente de otros fumadores o de personas importantes para él, si éstos, no lo apoyan en su decisión de dejar de fumar, puede originar el fracaso del objetivo, dejar de fumar.

El Trastorno obsesivo-compulsivo de la personalidad (TOC), se caracteriza por un patrón general de preocupación por el orden, el perfeccionismo y el control (Oldham et al., 2007 en Fernández et al, 2001). En el caso de los fumadores con este trastorno se deben cuidar dos aspectos fundamentales: el equilibrio de las polaridades y la disminución de la rigidez en su vida (Millon y Everly, 1994). El programar las metas de forma consecutiva y realista, facilita el logro del objetivo, por lo que, Becoña (2007) propone los tratamientos multicomponentes (con indicaciones concretas y progresivas) como una buena estrategia. Es importante enseñarles a ver que hay un punto intermedio entre el “todo o nada” (Beck et al., 2005 en Fernández et al, 2001).

 

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