Los primeros estudios
epidemiológicos rigurosos (años 50’s y 60’s) demostraron claramente los riesgos
que conlleva fumar para la salud. El informe de Doll y Hill (1956) puso de
manifiesto la relación entre fumar cigarrillos y cáncer de pulmón. En los años
60, informes como el del Royal College of Physicians (1962), y el primer
informe del Surgeon General sobre el tabaco, conocido popularmente como informe
Terry (USDHHS, 1964) apuntalan las consecuencias adversas del tabaco sobre la
salud (Becoña, 2001).
Kuri et al (2006) plantea que
en México desde el año 1988, se ha fortalecido la vigilancia epidemiológica de
las adicciones, a través de las Encuestas Nacionales de Adicciones (ENA), lo
cual permite contar con una visión más clara del tabaquismo en el país. De esta
manera es posible idear mejores lineamientos para detener la epidemia.
En 1990 se estableció de
manera formal en México el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de las Adicciones
(SISVEA), con el propósito de conocer la conducta de la población sobre el
consumo de sustancias lícitas e ilícitas. Sin embargo, es hasta el año 2001 cuando
se incorpora en este sistema la información proveniente de las clínicas de
tabaco, como parte de la producción de información y vigilancia (SISVEA, 2006
en Kuri et al, 2006).
La Universidad Autónoma de
Nuevo León (2019) informa que, en México, hay 15 millones de fumadores, de los
cuales, 684 mil (cinco por ciento) son adolescentes de 12 a 17 años. En 2019, se
contabilizaron 74 mil adolescentes mexicanos de 12 a 17 años que consumen un
promedio de 5.8 cigarros al día; un total de 611 mil jóvenes aseguraron
consumirlo de forma ocasional.
En 2011, la edad promedio en
que los mexicanos comenzaban a fumar era a los 21 años, sin embargo, en 2019,
el inicio es a los 19 años (ENCODAT en UANL, 2019). La UANL (2019) establece la
siguiente correlación: a menor edad, mayor adicción.
Los síntomas más comunes que
se asocian a la adicción son la pérdida de control del uso del tabaco que se
caracteriza por episodios de su uso compulsivo que encamina a la inversión de
tiempo y energía en la conducta adictiva, de modo que cada vez el adicto
funciona con más dificultad en su vida normal (Iglesias, 2010).
Cada año, en México mueren 50
mil personas por enfermedades asociadas al consumo de tabaco, lo que representa
el 10 por ciento de las muertes nacionales (UANL, 2019).
En términos de tendencias
poblacionales, la asociación entre la depresión y el tabaquismo ha sido
estudiada. Los hallazgos sugieren que los sujetos depresivos estan más
implicados con la nicotina que los que nunca han tenido una depresión. Los
autores que realizaron esta investigación concluyeron que las relaciones entre el
fumar y la depresión son probablemente múltiples y complejas, y también que el
cese del tabaquismo guarda una estrecha relación con la mejoría de enfermedades
mentales severas (De León, 2005 en Lugones et al, 2006).
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